Es de carajotes preguntar si un premio es importante o no tras presentarse a uno y ganarlo.
Lo siento, sí, soy un poco carajote.
Pero sigo preguntándome si tiene sentido, hoy en día, presentarse a concursos. Porque…¿Para qué?
Un concurso (de premios) es algo que consume tiempo. Mucho tiempo: preparar la documentación, darle un sentido, crear la presentación de la defensa, un video explicativo, una defensa en vivo… Todo es mucho tiempo, tiempo que normalmente no escasea en las agencias como la nuestra, Grupo Raíz Digital.
Y, de todos los que se presentan, al final solo gana uno. La probabilidad de que la alegría sea la de tu equipo es ínfima: decenas de presentaciones, un solo ganador. Con una alegría parcial (la de ser finalista, un poco coitus interruptus si no culminas). Pero solo hay un ganador. Y solo ese ganador estará feliz. Para el resto la bajona está asegurada un tiempo.
En raíz tenemos una frase en nuestro manual de estilo:
Esto no va de ti.
Manual de estilo de Grupo Raíz Digital
Tampoco de nosotros.
Esto va de nuestros clientes.
Entonces ¿Por qué nos da bajona si no ganamos el premio? Por el esfuerzo «sin recompensa».
El esfuerzo
Todos trabajamos en pos de que salga todo bien. Todos trabajamos en la búsqueda de la excelencia y en el interés por nuestros clientes. Unas veces acertamos y nuestro trabajo luce. Otras veces el trabajo no brilla (afortunadamente las menos). Pero el esfuerzo no es negociable. Nunca. Bajo ningún concepto. Hacer las cosas mal por vagancia o desidia es lo peor.
Y hacer el esfuerzo para un cliente (o un patrocinio, como ha sido nuestro caso) y no ganar deja un regusto a metal y chirriar de dientes muy desagradable. Es la sensación de no conseguir tu recompensa.
Gestionar el no ganar un premio con el equipo es mucho más complicado que gestionar el haberlo ganado, obviamente: horas y horas de trabajo que no se ven recompensados con el premio – ¿Y el cliente? – Ah, sí. El cliente sí, está contento. Pero no nos han dado el premio. – ¿Y ahora? Pues nada, sigan, sigan, aquí no hay nada que ver. Hoja cayendo léntamente. Fin de la escena.
Entonces ¿Merece la pena?
La verdad es que no lo sé. ¿2 peniques por mi pensamiento? Yo creo que no. La frustración de no ganar es demasiada. Y la frustración merma. Enseña, claro está. Obviamente de los «fracasos» también se aprende (yo tengo en mi casa el primer «no» de un presupuesto que entregué enmarcado, que me recuerda y me pone los pies en el suelo cuando me creo alguien) pero es que no es un fracaso si hiciste bien tu trabajo con el cliente ¿Por qué «estropearlo» presentándote a un premio?
Premio a la mejor Acción de Comunicación durante los premios del Club de Marketing Málaga.
Pegué tal grito en el anuncio del premio que mi vecina de asiento, la que estaba delante, se asustó. Mucha tensión. Mucho trabajo. Muchas horas. Mucho desgaste. Y el «rugido pantera» fue tan atronador que aún me da vergüenza el merdellonismo aquél.
Yo he ganado dos veces el premio del Club de Marketing: dos veces he sido premiado con Mejor acción de marketing. La primera por Los Andaluces Son junto a puraenvidia y la segunda junto a la familia de Exotic Fruit Box. Pero este lunes rugí como si hubiéramos marcado el gol de la final del mundial cuando anunciaron el premio a Mejor acción de Comunicación.
El trabajo de Jesús María Noguera Sáez, Raúl Romero Jiménez, Pepa Moreno, la familia del Club Balonmano Femenino Málaga Costa del Sol y todo el equipo de Grupo Raíz Digital por la campaña que llevó a 7183 personas al pabellón a animar a las «panteras» en la final de la Copa de Europa, que disputaban dos equipos españoles se llevaba el premio.
7183: #RugeConmigo
La llamamos 7183: #RugeConmigo Se barrió el guarismo anterior. Pulverizado. Y se demostró que si el deporte femenino tiene promoción el deporte femenino atrae público. Y mucho. Solo necesita competir en igualdad de condiciones.
Coincidimos en la final con dos mastodontes: Cash Converters España, liderado por el gran Sergio Pintado y su brutal equipo y los grandísimos Doctor Watson Comunicación. Estaba complicado.
Tuvimos la fortuna de ser elegidos por los miembros del jurado (vaya trabajazo el de ellos, que cosa más difícil evaluar proyectos tan dispares, con tanta diferencia de inversiones y de alcance).
Y fue todo felicidad en la agencia: los compañeros de diseño, los copy, el equipo de redacción,… el equipo de Ourense y el de Marbella fue a trabajar con una gran sonrisa en la cara y sentimiento de haberlo hecho genial.
Pero ¿Y si no? ¿Sentirían que lo habían hecho genial igualmente?
Sí, estábamos felices por quedar finalistas pero ¿Hubiera merecido la pena si no ganamos? Si oís hablar al equipo, oís hablar a las jugadoras, a la presidenta, a los aficionados os aseguro que sí, que mereció la pena todos y cada uno de los minutos que aquella final consumió de nuestra vida. Porque fue uno de los días que recordaremos toda nuestra vida. Nuestro trabajo estaba hecho. Y estaba hecho de manera brillante.
El marketing trata de levantar pasiones, dar un vuelco al corazón, hacer aflorar sentimientos y potenciar una marca. El marketing trata de hacer leyenda lo cotidiano. Pero trata también de vender. Incluso de mejorar la vida de los usuarios.
¿Entonces?
Un premio no mejora el trabajo que hicimos y lo que conseguimos hacer sentir con #RugeConmigo. Pero ¡ey! Se ve bonito en la estantería ¿Verdad? 😉