Al noreste de la provincia se dibuja la llamada Ruta de los Pueblos Blancos, constituida por las poblaciones de la Sierra de Cádiz a caballo entre los Parques Naturales de Grazalema y los Alcornocales. Sierra pura simbiosis de tierras agrestes revestidas de encinas, alcornocales y pinos, caseríos blancos relucientes hasta la ceguera, y agua mucho agua, debido a unas condiciones climáticas excepcionales que han propiciado la presencia del pinsapo, una variedad muy especial de conifera. En Grazalema, la localidad Española donde más precipitaciones se producen al año, la fuerza del agua sustentó el desarrollo de industrias artesanales que se pueden contemplar en el Museo de las Mantas, y hasta hace poco tiempo en la producción hidroeléctrica obtenía del río Majaceite. Ya en El Bosque, el agua nos guiará para realizar un paseo por la rivera de su río truchero. Más tarde nos llevará hasta Benamahoma para visitar un Museo dedicado al líquido elemento y contemplar su nacimiento y el rosario de molinos que se suceden en Benaocaz. El hombre, con la paciente labor de sus manos, nos surte en Ubrique de su reconocida marroquinería. Pero tan profundo y viejo ha sido el arraigo humano en estas sierras que hoy ofrecen al visitante una excepcional ruta arqueológica que permite conocer la sabia historia de estos pueblos: dólmenes (El Gastor, Villamartín, Alcalá del Valle y la necrópolis de Fuente Ramos en Puerto Serrano), poblados íberos como el de Ocuri en Ubrique, calzadas romanas que nos conducen desde Ubrique a Benaocaz, complejos hídricos romanos (Arcos de la Frontera) o el rico patrimonio castellano-nazarí que salpica toda la sierra.
Gracias a la sinuosa y angosta carretera que desde Grazalema nos conduce a Algodonales a través del Puerto de las Palomas, podremos contemplar la bella horizontalidad del embalse ubicado a los píes de la susurrante y bella Zahara de la Sierra. Fue también el agua la que diseñó las moradas humanas bajo la roca en Setenil de las Bodegas y el paraje natural de los Escarpes del río Trejo o Guadalporcún. El arte se hace patente en villas de fuerte raigambre histórico, como la blanquísima estampa de Olvera que se nos eleva sobre una colina, de la que vemos sobresalir las s torres de la Iglesia de la Encarnación que rivalizan en altura con su fortaleza, enclavada en lo más alto del pueblo. O la señorial Villamartin, que se desliza achaparrada a las puertas de la sierra.
Desde Puerto Serrano a Olvera, introduciéndonos en la vecina provincia de Sevilla y utilizando el viejo camino férreo que enlazaba Jerez con Almargen, podemos realizar un excepcional paseo (bicicleta, senderismo o caballo) por la Vía Verde de la Sierra. Nos permitirá conocer la agreste belleza que los ríos Guadalete y Guadalporcún han ido labrando entre las sierras de Cádiz y Sevilla, uno de los espacios andaluces que mayor riqueza de aves posee y la mayor concentración de buitre leonado (Peñón de Zaframagón).Ya en la solana serrana, casi oliendo a mar y superado el excepcional marco natural que forma el parque natural de Los Alcornocales, la tercera mayor extensión protegida de Andalucía y el mayor productor de corcho de España, la arquitectura se tiñe militar en unos enclaves tan seductores como Castellar y Jimena de la Frontera. Castellar, el viejo, a modo de guinda de un espacio serrano endulzado por las aguas del Guadarranque, se alza como reducto que nos conduce a las más puras esencias medievales. Aquí todo es quietud y calma.
En este post hablamos de los siguientes pueblos: Ruta de los Pueblos Blancos, Grazalema, El Bosque, Benamahoma, Benaocaz, Ubrique, El Gastor, Villamartín, Alcalá del Valle, Puerto Serrano, Ubrique, Arcos de la Frontera, Algodonales, Zahara de la Sierra, Setenil de las Bodegas, Olvera, Villamartin, Castellar, Jimena de la Frontera